Fran Rincón es uno de esos tipos que vive la cocina a cada instante. De espíritu impaciente e inconformista, sólo necesitas pasar unos minutos con él para entender que no ha nacido para vivir a fuego lento. Su timeline de Facebook es un torrente de recetas, fotografías de platos y chistes de cocineros, sus papeles tienen escritos ingredientes y menús, y en sus cuadernos incluso puedes encontrar algún dibujo escondido, aunque para ser sinceros nuestro protagonista no tiene demasiadas nociones como pintor…
Lo suyo son los fogones. Experimentar con los ingredientes buscando nuevos sabores. Es su lenguaje, el ámbito en el que él se siente más cómodo. Le hemos logrado convencer para que intente trasladar con palabras lo que siente cuando se pone la chaquetilla y cuál es la apuesta gastronómica que lidera en Bingo Las Vegas. Y sinceramente, creemos que el resultado ha salido muy bien…
“Perseguimos un nuevo concepto dentro de las salas de bingo, en el que hemos buscado crear una carta que se podría encontrar en un gran restaurante. Queremos que el público venga a cenar y se sorprenda al encontrar alta cocina en un bingo”, nos explica.
“Ofrecemos acudir a un sitio en el que no sólo haya juego, sino en el que también merezca la pena venir a cenar”.
“Esto era un mundo desconocido para mí, y quizá por eso entre todos queremos aportar una perspectiva diferente con una propuesta que arriesgue y apueste por innovar”
“Si queremos apostar por llegar a nuevos públicos, tenemos que ofrecer la posibilidad a nuestros clientes de disfrutar no sólo con el juego, sino con otras muchas cosas: pasar un buen rato con los amigos, cenar, tomarte una copa… Si conseguimos aunar todo eso en un único sitio, la oferta de ocio es integral”, apunta.
“Nuestra cocina intenta respetar al máximo la tradición, pero apuesta por una reinterpretación y por productos nuevos que quizá no son tan conocidos para el gran público”.
“Apostamos por un producto ‘premium’ y lo ofrecemos a un precio tan asequible que en otro tipo de local sería impensable. Pero nuestra principal prioridad siempre es la calidad y por eso evitamos a toda costa la filosofía del ‘low cost’. Nuestra principal ventaja es precisamente que no dependemos exclusivamente de la restauración, y eso nos permite ser aún más competitivos en comparación a un restaurante”.
“La verdad es que me ha sorprendido positivamente la reacción que ha tenido la gente. Con independencia de su edad, valoran nuestra propuesta y constatamos esa sensación con el hecho objetivo de que cada vez más clientes confían en nosotros para cenar”.
“Hay una predisposición para experimentar con nuevos sabores y disponemos de una gran gastronomía. La cocina hay que sentirla de verdad, permitir que los sentidos sean seducidos”.
“El tataki de atún con crujiente de panko y macerado en kimchi, el gua bao relleno [un bocadillo típico de las calles de Taiwán], el usuzukuri de ventresca, el tomate confitado con una base de mozzarella de búfala… Son platos que a buen seguro no se encontrarían en una carta clásica y que aquí están teniendo mucho éxito”.
“La historia que cuenta mi cocina radica en las ganas de agradar, en las ganas de arriesgar y en intentar buscar la diferencia. Pero mi cocina también es la de mis amigos, mi familia, mis conocidos…”.
“Nunca he querido hacer una fotocopia de una carta de otro sitio por muy bien que funcione, siempre he intentado buscar la diferencia y darle mi toque”.
“¿Un ingrediente fetiche? El teriyaki. Me obsesiona. Cuando estoy con mis amigos de broma siempre les digo que el día que escriba un libro se titulará “Cómo el teriyaki cambió mi vida”. Y aquí, por supuesto, también lo uso. Es un sabor diferente que a mí me encanta”.
“Siempre se dice que un cocinero es el exigente más impaciente. Todo tiene que salir bien, perfecto y al instante. No existe el después, ni los cinco minutos. Hay que funcionar como un reloj. ¿Cómo se consigue eso? Con preparación, preparación y preparación. No hay otra manera. Cuenta también la experiencia y saber qué quieres y cómo lo quieres. Pero hay que buscar siempre la perfección en la locura, aunque sea una utopía. La cocina es el caos más organizado que puedas encontrar”.
“Yo me voy contento si los clientes disfrutan. Todos y cada uno de ellos. Que el servicio vaya fluido, que los platos salgan bien y, sobre todo, que vuelvan vacíos”.