San Valentín llegó a Las Vegas y, como no podía ser de otra forma, preparamos una fiesta de las que dejan huella. Todos nuestros clientes tuvieron un regalito nada más llegar a la puerta y, además, fueron invitados de cenar. Una forma inmejorable de celebrar una de las noches más mágicas, con independencia de tener pareja o no.
Desde que nuestra sala se abrió, se han cocinado amores a fuego lento entre cartón y cartón, pero también amistades que permanecen con el paso de los años. San Valentín fue un día para recordar a los que no están y aprovechar cada minuto con la gente que tenemos cerca.
Por este y por muchos más… ¡San Valentín en Las Vegas!

